domingo, 23 de octubre de 2011


Los huecos de la imagen

III

Une destellos más allá de un vacío vivo sobre su estómago.
Los árboles, las paredes, los hombres, tienen un límite para sus nombres; tienen un nombre cuando se ven y otro cuando pasan al recuerdo; después es un lugar en su cuerpo o en otro cuerpo dentro de su cuerpo donde son solo objeto para que sus ojos, como si nunca hubieran mirado lo que los rodea, vueltos sin medida, buscaran un cauce entre esas paredes, un aire para su vacío

Cae sin golpearse, sin sentir que se le clava esto o aquello; piensa que sus ojos y su cuerpo viven en otra distancia. Fluyen desdibujados los límites de sus días como si el recuerdo y la luz se fueran, como si pudiera instalarse o caer desde otros dientes, desde otra boca, desde otro nombre para sus ojos. Los destellos quedan amontonados, se derraman por su vida como esas luces sobre el agua.

Avanza como un punto de pronto iluminado en un espacio oscuro y abierto. Une el apagón brusco de los destellos descubriendo las variedades de la materia, buscando a tientas los límites de los objetos.
Sus manos no encuentran la distancia; como hormigas los destellos luchan por su luz, mientras afuera los gritos se alzan y se marea la confianza.


Raúl Santana: “Gramática de la fuga”

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