viernes, 7 de octubre de 2011

Bispo y su obra, un caso clínico
  






Bispo y su obra, un caso clínico

                                                                     ¿Dónde estás?
                                                                ¿En el suelo de arriba,
en este suelo,
en el suelo de adentro,
en el suelo límite?
Creador de este suelo,
Hacedor del hombre,
¿Dónde estás?
¡Óyeme!
(Himno incaico que pregunta
por la divinidad)

El motivo de esta exposición proviene de un problema generado por la creación en algunos psicóticos. El artista crea una obra, algunos por su particular relación al Otro buscan reconocimiento, esto deviene una característica social del arte, por la cual la obra tiene circulación cultural.
En cambio presentaremos un artista psicótico cuya obra (de excepcional calidad estética) es celosamente guardada de la mirada e intromisión ajena, es ocultada, disimulada y solamente con gran esfuerzo se puede acceder a ella, este es un ejemplo de tantos.  
Es el caso de Arthur Bispo do Rosario, internado a los 28 años de edad con un cuadro de vivencias místicas (había visto a Jesús en compañía de ángeles azules y decía ser San José). Transferido a una Colonia comenzó a desarrollar un proceso creativo utilizando materiales simples de los que disponía cotidianamente. Su necesidad de expresión era tan intensa que descosía su uniforme para utilizar los hilos en sus bordados. Defendía con obstinación sus trabajos escondiéndolos en su cuarto para que nadie los viera.
La obra “inspirada por los ángeles y por la virgen María”, sería presentada al todopoderoso en el día del juicio final. El nunca se consideró un artista. Su viaje estético era una “misión” dictada por seres del más allá.[1]
Al impacto provocado por las alucinaciones, ese momento de dispersión de la percepción y lo sensible, Bispo responde con el delirio de su misión.
En ciertos períodos, durante 1 o 2 semanas Bispo ayunaba para purificarse y tornarse transparente por orden de “nuestra señora”. “Yo ya fui transparente. A veces, cuando dejo de trabajar, me vuelvo transparente de nuevo. Pero normalmente estoy lleno de colores. En otras ocasiones habla de sus… “Miniaturas que permiten mi transformación, todo esto es material que existe en la tierra de los hombres. Mi misión es esa, conseguir eso que tengo, para en un día próximo representar la existencia de la tierra. Es el significado de mi vida”.[2] 
La pieza central de Bispo es el “manto de presentación”, confeccionado por el artista  para su encuentro con Dios en el día del juicio final. En el lado interno del manto están bordados centenares de nombres de conocidos de Bispo, quién se presentaría al creador en nombre de sus compatriotas. Del lado externo, brillan sobre la tela roja numerosos cordones amarillos capaces de ofuscar a la corte divina. “Bispo pretende entrar al paraíso en traje de almirante, de un poder divino, el día de la gran fiesta, y vestido de gala.”[3] “No tuvo taller, ni incentivo alguno por parte del medio, construyó una obra impulsado por su interior, de una extrema contemporaneidad, rompiendo y cuestionando los propios medios de los que está hecho el arte”[4]
Este caso como tantos otros nos permite interrogarnos por el estatuto de la creación en la psicosis.
El objeto en juego es el propio cuerpo en relación al goce de Dios, así la obra no produce un vaciamiento del objeto en tanto articulación significante sino que se convierte en signos plenos de sentido, verdaderos objetos litúrgicos cuyo fin es de alabanza y adoración. La obra tiene así un sentido trascendente no en tanto arte sino como relación con el supremo. Este sentido es el de hacer visible su cuerpo, llenarlo de colores, hacerlo representable, lo contrario de este estado es la transparencia del mismo, su cuerpo se torna invisible como signo de obediencia al mandato de Nuestra Señora.
Señala Lacan que solo se puede creer en lo que no se está seguro, los que están seguros no creen en ello, no creen en el Otro.
Los psicóticos están seguros de la Cosa, son los que están seguros, agrega Lacan, de que la Cosa sabe.
Dios es esta Cosa que sabe para Bispo y al que él responderá con su misión de representar la existencia en la tierra.
A diferencia de otros artistas considerados psicóticos, la única “interlocución” posible para Bispo es Dios, esto lo diferencia de Dalí o Van Gogh que plantean cuestiones respecto de las artes plásticas o de Joyce y Artaud que discurren sobre literatura.
Lo peculiar de Bispo es que no considera que su obra sea arte, dicha obra deviene metonímicamente en aspectos del cuerpo que ofrece a Dios.
Bispo en su juventud fue carabinero de la marina, detenido varias veces por insubordinación, queda desligado de la marina de guerra a los veintidós años.
Son numerosos, por ejemplo, los estandartes bordados por el artista con navíos de guerra.
Su manto de presentación, remedo de las insignias de almirante remite a las insignias que no pudieron ser simbolizadas como nombre del padre, de esta manera vuelven en lo real del manto.
Esto presupone una ruptura en la gramaticalidad del sujeto que destina su obra a una agramaticalidad que necesitará mantenerse fuera del campo de visión de los otros.
La obra entonces está sostenida en lo real del cuerpo, por eso consiste en una tarea proliferante expresada en la gran producción místico-artística de Bispo.
Podemos pensar que en Bispo hay un pliegue sobre lo simbólico, que le impide acceder a una nominación, mediante su creación Bispo intenta desplegar este simbólico para contener un goce indescifrable, para lo cual hace habitable un real, que previamente no fue lingüísticamente reducido en una elaboración fantasmática, de este modo habita con su obra, con su cuerpo: el manto, un real a la segunda potencia.
Así su obra lo envuelve y lo representa, es la imagen visible de su carne.
Fuera de su obra, su cuerpo es transparente, no tiene colores para ser visto por la divinidad. Nos encontramos entonces con una obra de enorme calidad estética que consiste en un hábito de signos, su cuerpo, vestido por su obra cuyo destino será una ofrenda a Dios.
La primera muestra de su arte solo pudo ser realizada después de su muerte y llegó a la XLVI Bienal de Venecia en 1995. Tuvo un enorme éxito de público y de crítica.
Hay elementos en Bispo que son significativos:
1) La alternancia entre el cuerpo transparente símbolo de purificación (ordenada por nuestra señora) y su cuerpo visible cuando se viste de colores (el manto de presentación para deslumbrar a Dios y a la corte divina).
2) La negativa a mostrar su obra a los hombres, pues estaba destinada a su transformación y reservada a Dios, (son miniaturas para representar la vida en la tierra de los hombres).
3) La existencia de insignias remedando el grado de almirante, (cordones amarillos en su manto de presentación).
Vemos en este caso como la obra no es considerada una obra de arte por su mismo creador, sino objetos litúrgicos con una significación mística, es decir la obra encarna la metáfora delirante que da consistencia imaginaria a la psicosis de Bispo. Así podríamos pensar la representación imaginaria del vacío como cuerpo transparente, la imagen especular representada por el manto de colores, y la representación imaginaria de lo simbólico en las insignias de almirante y en las miniaturas.
Este goce es comunicable a través de su obra aunque prescinda del Otro y se aloje en su cuerpo escapando a la palabra, la palabra no funciona como diafragma regulador, pues el sujeto ha sido inundado y desplazado por ese goce proliferante.
El falo al no ser simbolizado no ha vaciado el goce del cuerpo y entonces no se instauró la falta en ser y su dimensión deseante.
La falta de una organización discursiva significante hace de cada objeto de la obra de Bispo un signo, dirigido a Dios, al no poder articularse un sistema significante la obra no entra en el discurso del arte con la posibilidad de hacer lazo sino que se constituye en una religión autista que no pasa por el Otro sino que se convierten en fragmentos de lo real.
Al no existir el discurso como vínculo social su objetivo no es sólo no mostrar la obra sino esconderla a los ojos de los humanos. Por lo tanto la obra es un signo de Bispo ante Dios sin resto posible, está identificado con su goce.
Nuestro artista no llega a distanciarse de lo real como imposible, a raíz de lo cual se produce una desorganización completa de lo imaginario del cuerpo y la fragmentación del mismo y sobre este trasfondo, la función restitutiva del delirio intenta restaurar un sentido posible.
Solo que este delirio está constituido por una obra de gran valor estético no reconocido por el propio Bispo, se podría decir que el resto que cayó de su obra fue el propio cuerpo de Bispo con su muerte


                                                                                            Ana Güemes
                                                                                            Carlos Weisse
                                                                                            Gabriela Trapero
                                                                                            Mario Antmann






















Bibliografía:

Kusch Rodolfo, Obras Completas Tomo II, Edit. Fundación Ross, Rosario, 2000
Da Silveira, Nise. Imágenes del Inconsciente. Fundación Proa Bs. As. 2001
Lacan Jacques, El Seminario, Libro 12: Problemas cruciales del psicoanálisis, Clase del 19.05.65, inédito.
Lacan Jacques, El Seminario, Libro23: El Sinthome, Edit. Paidós, Bs.As., 2006


[1] Da Silveira, Nise. Imágenes del Inconsciente. Fundación Proa Bs. As. 2001. Pág.58
[2] Ibidem. Pág. 60
[3] Ibidem. Pág. 62
[4] Ibidem. Pág. 36.

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