martes, 1 de mayo de 2012

Uno, Repetición, Arte


Dice Lacan en De nuestros antecedentes: “La fidelidad a la envoltura formal del síntoma, que es la verdadera huella clínica a la que tomábamos gusto, nos llevó a ese límite en que se invierte en efectos de creación[1]
Se trata entonces de preguntarse cómo es que se produce esta inversión, en que punto aquello que repite en lugar de dirigirse a la producción sintomática se constituye en lo que deviene creativamente.
Dice Lacan: "El sujeto es totalmente impotente a justificar y se produce significante; se produce S1 y tanto más impotente a justificar que este significante Uno lo representa para otro significante"
Es a través de eso que pasan todos los efectos de sentido. Se trata realmente de la articulación entre S1 y S2. Esa articulación es la condición de los efectos de sentido.
Tiene siempre algo de arbitrario. El sujeto no lo puede justificar.
Y los efectos de sentido se taponan inmediatamente, produciendo un impasse.
La astucia del  hombre es colmar todo eso con la poesía, que es a la vez efecto de sentido y efecto de agujero.
Como señala Susana Toté “…más allá de la certeza y más allá de lo que tiene algún sentido, se articula lo que queda incomprendido de la verdad. El número es el movimiento de ese desconocimiento...Entre goce y verdad, el número es lo que se constituye como algún tipo de elemento de recusación de la totalidad del ser.”[2]
En ese sitio donde adviene la posibilidad de la creación, creación reproducida como letra, repetida como número.
El número como lo que insiste, no como lo constituido.

Tiempos de la repetición

Tiempo uno: El del encuentro mítico de la experiencia de goce
Tiempo dos: Reiteración de un rasgo, de recuperación diría Kierkegaard, esto es la intromisión de una diferencia.
En la intervención de la diferencia se introduce precisamente la pérdida, la distancia del goce del que hay conmemoración y lo que queda de él al volver a ser evocado en la recuperación del rasgo.
Lo que fue repetido en el tiempo dos difiere, la repetición siempre es nueva porque trae la novedad de la diferencia.
Queda una aspiración a un reencuentro, un deseo, entonces la repetición propiamente dicha se da en el tiempo tres: repetición de la pérdida del tiempo dos, repetición de la pérdida y también con la pérdida repetición del goce del “Uno” en cuestión.
Es en tanto deseo, en tanto movimiento libidinal que la repetición está, como señala Kierkegaard, vuelta hacia el futuro.
“Lo que fue, repetido, difiere, y queda sujeto a redundancia”, dice Lacan, redundancia que para el artista es la posibilidad de una dispersión donde encuentra la forma de tropezar con ella de una manera nueva.
Se constituye el inconsciente y su posibilidad de cifrado, a partir de estos tres tiempos que se sitúan en el conjunto vacío que los presupone, el sujeto.
Ese cifrado del inconsciente es la relación vacía que insiste, la no relación insistente.
“El correlato descifrado es la repetición de la estructura que correlaciona el “Uno”, por múltiple que sea, con el conjunto vacío del sujeto”.[3]
La repetición no es otra cosa que esta reiteración de la estructura del “Uno” y el conjunto vacío.
En el número el tema no es la cantidad “…sino solamente el ser capaz de enganchar el Cero y el Uno. Por ahí, se haría la entrada de este Real, este Real único en poder ser lo más allá del lenguaje.” [4]
Para acercarnos a este real será preciso aproximarnos por el lado de la invención, del lado del efecto poético, alejado del sentido, el análisis debería tender a posibilitar un recorrido por el goce que de lugar a efectos de creación.

Representación y Litoral

La poesía, en el sentido de la poiesis y no de la metáfora, nos permitiría intentar llegar a ese real del síntoma, que no es lógico ni lingüístico, y sí matemático y sí poético.
Escribir implica un vacío, darle sentido opacarlo, de un análisis se espera un escrito.
En el momento del análisis en el que el sujeto ya no es representado en el Otro, cuando ya no es el lugar en donde se aliena, el sujeto se aferra a aquello que resulta ser su punto de amarre, el objeto a.
La letra, en tanto se vuelve litoral.
El litoral, como aquel borde que separa la letra del saber.
El litoral, pasa al interior de la realidad psíquica, no es una frontera entre el interior y el exterior.
Lacan se interesó por la pintura china en tanto esta permite una distinción donde lo real no está en oposición, no es exterior, ahí se deduce un litoral, totalmente interior, entre el sentido, el efecto de sentido y el lugar del goce.
Lacan se pregunta en Lituraterre. ¿Cuáles son las condiciones para que un discurso pudiese, hablando con propiedad, afectar al goce y a su litoral a partir del significante?
El significante plantea el problema de la representación, esta es de un estatuto diferente en el pensamiento chino. En el mismo para poder percibir la realidad hay que percibir la naturaleza atravesada por lo sagrado.
Para eso el hombre tiene que abandonar la violencia de exigirle al universo que se manifieste según nuestra propia interpretación.
El propósito del zen es recuperar la contemplación de lo que la cosa es, independientemente de las interpretaciones o imágenes del propio sujeto, lo que se busca es una suerte de vacío en la interioridad de la mente.
La tradición oriental china está fuertemente atravesada por el camino de Lao tse, Tao te king, la búsqueda del tao, el tao es el sendero que lleva hacia la realidad como vacío.
Y ese vacío es indecible, no puede ser forzado a manifestarse.
Hay una curiosa afinidad entre el camino chino de Wu Wei y lo que puede ser la filosofía occidental crítica de la modernidad cartesiana manifestada por el pensamiento heideggeriano.
En su famosa conferencia sobre  la cosa, Heidegger dice que: “el centro de gravedad conflictiva de la modernidad se relaciona con un acto de violencia, que el sujeto cartesiano ejerce sobre las cosas”. “La época moderna” como Heidegger manifiesta famosamente “es la época de la imagen del mundo”.
Para el hombre cartesiano y moderno no existe la realidad como un conjunto de fenómenos independientes de la interpretación del sujeto.
En la modernidad ocurre algo más: La propia realidad es una imagen, es una representación.
A su vez, como señala Grüner: en esta época la comunicación es la reducción de los enigmas del infinito al segmento efímero e ilusorio de su traducibilidad.
La idea de la representación es tributaria del imaginario de que todo es comunicable.
¿Cómo intentar acercarse a algo del orden de lo real?
¿Cómo escamotearlo entre el todo visible y el todo comunicable?
Según lo desarrollado por Gerard Wajcman en “El objeto del siglo” la búsqueda del arte moderno está en relación con el surgimiento del significante puro en tanto que:
1) no quiere decir nada.
2) no se parece a nada.
El significante, contrariamente al símbolo que guarda sus adherencias a la imagen, no se parece a nada.
La búsqueda de la modernidad se resumiría en: "No significar nada de lo que se muestra y no mostrar nada que sea la imagen de cualquier cosa".
¿Qué queda una vez que la obra de arte se libera de la significación y de la semejanza? Queda la obra misma, reducida a una pura presencia, a su pura materialidad.
Didi-Huberman comentando “Lo visible y lo invisible”, se pregunta: “¿Qué sería, pues un volumen que mostrara la pérdida de una cuerpo? ¿Cómo mostrar un vacío? ¿Y cómo hacer de ese acto una forma- una forma que nos mira?”
En la representación de las formas mediante la pincelada, nos dice Cheng, el artista debe cultivar el arte de no mostrarlo todo, a fin de mantener el aliento vivo y el misterio intacto.
El análisis debería posibilitar que un sujeto, luego de una reducción de su goce, y en el sentido de la absoluta novedad de la repetición encuentre, en lo que insiste de lo sintomático, la posibilidad de saber hacer allí.

                                                                             Mario Antmann


5/12/2004

Bibliografía

Jacques Lacan: “Escritos I”, “De nuestros antecedentes”,  Ed. Siglo XXI, Bs.As
Jacques Alain Miller: “Lacan con Joyce”,  Revista Uno por Uno, No 45, Paidós, Bs.As.
Susana Toté. “¿Qué es lo que impide hacer el amor solamente con palabras?”, publicación de la P.P.S, Bs.As.., 2002
Lacan Jacques: Seminario 19: “El saber del analista”, inédito
Lacan Jacques: Seminario 19: “…óu pire”, inédito
Soler, Colette: “La repetición en la experiencia analítica”, Ed. Manantial, Bs. As., 2004
Esteban Ierardo: “Conferencia sobre mitología en el Malba”
Laurent Eric: “La carta robada y el vuelo de la letra” en “Síntoma y Nominación”, Colección Diva, Bs.As., 2002
Eduardo Grüner: “El sitio de la mirada” Colección Vitral. Editorial Norma, 2006
Victoriano Alcantud: “Imágenes”, publicación de Internet
Gerard Wajcman: “El objeto del siglo”, Editorial: Amorrortu




[1] Jacques Lacan: “Escritos I”, “De nuestros antecedentes”, Pág. 60, Ed. Siglo XXI, Bs.As
[2] Susana Toté. “¿Qué es lo que impide hacer el amor solamente con palabras?” pág. 4, publicación de la P.P.S, Bs.As.., 2002
[3] Soler, Colette: “La repetición en la experiencia analítica”, pág. 162, Ed. Manantial, Bs. As., 2004
[4] Lacan Jacques, seminario 19 : “ El saber del analista”, inédito, clase del 3 de Marzo de 1972