Dice Lacan en De nuestros antecedentes:
“La fidelidad a la envoltura formal del síntoma, que es la verdadera huella
clínica a la que tomábamos gusto, nos llevó a ese límite en que se invierte en
efectos de creación”[1]
Se trata entonces
de preguntarse cómo es que se produce esta inversión, en que punto aquello que
repite en lugar de dirigirse a la producción sintomática se constituye en lo
que deviene creativamente.
Dice Lacan: "El sujeto es totalmente
impotente a justificar y se produce significante; se produce S1 y tanto más
impotente a justificar que este significante Uno lo representa para otro
significante"
Es a través de eso que pasan todos los
efectos de sentido. Se trata realmente de la articulación entre S1 y S2. Esa
articulación es la condición de los efectos de sentido.
Tiene siempre algo de arbitrario. El
sujeto no lo puede justificar.
Y los efectos de sentido se taponan
inmediatamente, produciendo un impasse.
La astucia del hombre es colmar todo eso con la poesía, que
es a la vez efecto de sentido y efecto de agujero.
Como señala Susana Toté “…más allá de la certeza y más allá de lo que tiene
algún sentido, se articula lo que queda incomprendido de la verdad. El número
es el movimiento de ese desconocimiento...Entre goce y verdad, el número es lo
que se constituye como algún tipo de elemento de recusación de la totalidad del
ser.”[2]
En ese
sitio donde adviene la posibilidad de la creación, creación reproducida como
letra, repetida como número.
El número como
lo que insiste, no como lo constituido.
Tiempos de la repetición
Tiempo uno:
El del encuentro mítico de la experiencia de goce
Tiempo dos:
Reiteración de un rasgo, de recuperación diría Kierkegaard, esto es la intromisión
de una diferencia.
En la
intervención de la diferencia se introduce precisamente la pérdida, la
distancia del goce del que hay conmemoración y lo que queda de él al volver a
ser evocado en la recuperación del rasgo.
Lo que fue
repetido en el tiempo dos difiere, la repetición siempre es nueva porque trae
la novedad de la diferencia.
Queda una
aspiración a un reencuentro, un deseo, entonces la repetición propiamente dicha
se da en el tiempo tres: repetición de la pérdida del tiempo dos, repetición de
la pérdida y también con la pérdida repetición del goce del “Uno” en cuestión.
Es en tanto
deseo, en tanto movimiento libidinal que la repetición está, como señala
Kierkegaard, vuelta hacia el futuro.
“Lo que
fue, repetido, difiere, y queda sujeto a redundancia”, dice Lacan, redundancia
que para el artista es la posibilidad de una dispersión donde encuentra la
forma de tropezar con ella de una manera nueva.
Se constituye
el inconsciente y su posibilidad de cifrado, a partir de estos tres tiempos que
se sitúan en el conjunto vacío que los presupone, el sujeto.
Ese cifrado
del inconsciente es la relación vacía que insiste, la no relación insistente.
“El
correlato descifrado es la repetición de la estructura que correlaciona el
“Uno”, por múltiple que sea, con el conjunto vacío del sujeto”.[3]
La
repetición no es otra cosa que esta reiteración de la estructura del “Uno” y el conjunto vacío.
En el
número el tema no es la cantidad “…sino solamente el ser capaz de enganchar el
Cero y el Uno. Por ahí, se haría la entrada de este Real, este Real único en
poder ser lo más allá del lenguaje.” [4]
Para
acercarnos a este real será preciso aproximarnos por el lado de la invención,
del lado del efecto poético, alejado del sentido, el análisis debería tender a
posibilitar un recorrido por el goce que de lugar a efectos de creación.
Representación
y Litoral
La poesía,
en el sentido de la poiesis y no de la metáfora, nos permitiría intentar llegar
a ese real del síntoma, que no es lógico
ni lingüístico, y sí matemático y sí poético.
Escribir
implica un vacío, darle sentido opacarlo, de un análisis se espera un escrito.
En el
momento del análisis en el que el sujeto ya no es representado en el Otro,
cuando ya no es el lugar en donde se aliena, el sujeto se aferra a aquello que
resulta ser su punto de amarre, el objeto a.
La letra,
en tanto se vuelve litoral.
El litoral,
como aquel borde que separa la letra del saber.
El litoral,
pasa al interior de la realidad psíquica, no es una frontera entre el interior
y el exterior.
Lacan se
interesó por la pintura china en tanto esta permite una distinción donde lo
real no está en oposición, no es exterior, ahí se deduce un litoral, totalmente
interior, entre el sentido, el efecto de sentido y el lugar del goce.
Lacan se
pregunta en Lituraterre. ¿Cuáles son las condiciones para que un discurso
pudiese, hablando con propiedad, afectar al goce y a su litoral a partir del
significante?
El
significante plantea el problema de la representación, esta es de un estatuto
diferente en el pensamiento chino. En el
mismo para poder percibir la realidad hay que percibir la naturaleza atravesada
por lo sagrado.
Para eso el hombre tiene que abandonar la violencia de exigirle al
universo que se manifieste según nuestra propia interpretación.
El propósito del zen es
recuperar la contemplación de lo que la cosa es, independientemente de las
interpretaciones o imágenes del propio sujeto, lo que se busca es una suerte de
vacío en la interioridad de la mente.
La tradición oriental china está fuertemente atravesada por el camino
de Lao tse, Tao te king,
la búsqueda del tao, el tao es el sendero que lleva hacia la
realidad como vacío.
Y ese vacío es indecible, no puede ser forzado a manifestarse.
Hay una curiosa afinidad entre el camino chino de Wu Wei y lo que puede ser
la filosofía occidental crítica de la modernidad cartesiana manifestada por el
pensamiento heideggeriano.
En su famosa conferencia sobre
la cosa, Heidegger dice que: “el centro de gravedad conflictiva de la
modernidad se relaciona con un acto de violencia, que el sujeto cartesiano
ejerce sobre las cosas”. “La época moderna” como Heidegger manifiesta
famosamente “es la época de la imagen del mundo”.
Para el hombre cartesiano y moderno no existe la realidad como un
conjunto de fenómenos independientes de la interpretación del sujeto.
En la modernidad ocurre algo más: La propia realidad es una imagen, es
una representación.
A su vez, como señala Grüner: en esta época la
comunicación es la
reducción de los enigmas del infinito al segmento efímero e ilusorio de su
traducibilidad.
La idea de la representación es tributaria del imaginario
de que todo es comunicable.
¿Cómo intentar acercarse a algo del orden
de lo real?
¿Cómo escamotearlo entre el todo visible y
el todo comunicable?
Según lo desarrollado por Gerard Wajcman
en “El objeto del siglo” la búsqueda del arte moderno está en relación con el
surgimiento del significante puro en tanto que:
1) no quiere decir nada.
2) no se parece a nada.
El significante, contrariamente al símbolo
que guarda sus adherencias a la imagen, no se parece a nada.
La búsqueda de la modernidad se resumiría
en: "No significar nada de lo que se muestra y no mostrar nada que sea la
imagen de cualquier cosa".
¿Qué queda una vez que la obra de arte se
libera de la significación y de la semejanza? Queda la obra misma, reducida a una
pura presencia, a su pura materialidad.
Didi-Huberman comentando “Lo visible y lo invisible”, se pregunta: “¿Qué
sería, pues un volumen que mostrara la pérdida de una cuerpo? ¿Cómo
mostrar un vacío? ¿Y cómo hacer de ese acto una forma-
una forma que nos mira?”
En la representación de las formas mediante la pincelada, nos dice
Cheng, el artista debe cultivar el arte de no mostrarlo todo, a fin de mantener
el aliento vivo y el misterio intacto.
El análisis
debería posibilitar que un sujeto, luego de una reducción de su goce, y en el
sentido de la absoluta novedad de la repetición encuentre, en lo que insiste de
lo sintomático, la posibilidad de saber hacer allí.
5/12/2004
Bibliografía
Jacques
Lacan: “Escritos I”, “De nuestros
antecedentes”, Ed. Siglo XXI, Bs.As
Jacques
Alain Miller: “Lacan con Joyce”, Revista Uno por Uno, No 45, Paidós, Bs.As.
Susana
Toté. “¿Qué es lo que impide hacer el amor solamente con palabras?”,
publicación de la P.P.S, Bs.As.., 2002
Lacan Jacques: Seminario 19: “El saber del analista”,
inédito
Lacan Jacques: Seminario 19: “…óu pire”, inédito
Soler, Colette: “La repetición en la experiencia
analítica”, Ed. Manantial, Bs. As., 2004
Esteban Ierardo: “Conferencia sobre mitología en el
Malba”
Laurent Eric: “La carta robada y el vuelo de la
letra” en “Síntoma y Nominación”,
Colección Diva, Bs.As., 2002
Eduardo Grüner: “El
sitio de la mirada” Colección Vitral. Editorial Norma, 2006
Victoriano Alcantud: “Imágenes”, publicación de
Internet
Gerard Wajcman: “El objeto del siglo”, Editorial: Amorrortu